martes, junio 13, 2006

LA NIEBLA



Dice que no ve claro, quizás una confusión ha llegado a su mente y hace que la niebla impida ver ese espacio amplio que existe mas allá del monte, donde la pradera verde se extiende hasta casi tocar ese mar... ¡El Mar azul!

Quizás debiera cerrar los ojos, soñar acaso, y sentir en ese sueño como unas manos van palpando entre la niebla, buscando la caricia primera del sol en la pradera, para luego encontrar la otra caricia, mas tenue, mas sincera en los brazos de ese Mar que allí la espera.

Un Mar que con la brisa del nordeste pide un beso en su susurro con ese aire que acaricia la piel, que riza los cabellos, que hace temblar el alma y alborota los sentidos.

Quizás sea así, como en un sueño quizás los ojos se refugien, mientras tanto, en la guarida del alma heridaque al contemplar todo esto, palpita, grita y vive, sin palabras... Mientras cantan, con ese rumor, las olas que meciéndose lentamente, vienen a morir a la playa, al borde de esta pradera, junto a ese monte cubierto de niebla.

El mar siempre es constante, las olas incesantes van y vienen al compás de la marea. Ellas aman y muestran su cariño y confianza, por eso cantan y dejan en la orilla todos esos mensajes que alguien recoge, con cariño, con ternura para llevarlos a su pecho.

Quizás un día llegue a esa orilla una botella con un mensaje, lanzada tiempo atrás, por una mano, y en el mismo una frase, que diga algo así como... "¡Oh Mar, mi dulce mar, espérame no más que yo te amo!"

Rafael Sánchez Ortega ©
19/04/06

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