lunes, julio 10, 2006

UN SUEÑO EN LA PLAYA


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La playa estaba concurrida aquella tarde. La aparición en la arena de un delfín muerto había congregado a cantidad de personas que con su curiosidad a cuestas, llegaban a tratar de satisfacer la misma.

Unos niños jugaban y corrían, intentando que un cometa casero se elevara por los aires. Otros chicos jugaban a las palas intercambiando, sin cesar, golpes a unas improvisadas bolas de tenis que botaban en la arena dura de la playa.

Te vi llegar, con tu falda floreada por la pasarela que se adentra en la arena. Descalzaste tus pies y tomando las playeras en una mano te encaminaste hacia el mar. Una vez allí metiste tímidamente los mismos en el agua fría que las olas depositaban mansamente con la resaca.

Levantaste un poco tu falda para que no fuera salpicada por el agua y quedara la misma mojada. Una leve brisa corría y rozaba tu cara haciendo que tu pelo quedara suelto y sus hebras doradas fueran acariciadas por la misma.

Esa brisa ceñía tu vestido a ese cuerpo que tan bien conocía, haciendo que tu figura quedara enmarcada en un perfil divino, que caminaba despacio por la orilla de la playa, llevando en una mano las playeras, mientras que con la otra recogía tu falda.

Me quedé mirándote largo rato mientras paseabas. El sol empezaba a tomar el curso descendente de una tarde que acababa, pero tú no parecías tener prisa. Algo te retenía allí caminando y sintiendo el beso de las olas en tus pies.

Hubiera querido estar cerca, ser yo esa brisa que acariciaba tus cabellos, el aire que ceñía tu falda y el agua que besaba tus pies. Hubiera querido ir a tu lado y susurrar en tu oído todo lo que sentía ante tu presencia en ese momento.

Eran las seis de la tarde por mi reloj cuando volví a la realidad. Tú no estabas allí, nadie caminaba por la orilla de la playa. Solo los escasos curiosos que quedaban contemplando al delfín varado en la arena. Los niños del cometa habían desistido y hacía rato se habían marchado y los otros chicos que jugaban a las palas habían dejado la improvisada pista, abandonada y pisada, cansados ya de su juego.

El sol caía sobre el horizonte produciendo unos reflejos dorados que me recordaron el color de tu cabello. Pero todo había sido un sueño, ¡un hermoso sueño! Solo quedaba el mar, mi Mar azul, mi dulce mar con mis recuerdos y tu sueño.

Rafael Sánchez Ortega ©
18/04/05

4 comentarios:

@Igna-Nachodenoche dijo...

Cúantas veces, estando en algún lugar en realidad estamos muy al fondo de nuestros pensamientos, y al despertar vemos otra realidad...
Preciso el paisaje que dibujaste con tus palabras.

lunilla dijo...

sueño con tu orilla....
Un te amo..

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Mey dijo...

a veces los sueños pueden ser tan reales...qe al despertar te dejan tal sensacion de perdida y desconcierto...uff

precioso, como siempre^^ merece la pena leerselos todos jeje

saludos