viernes, mayo 18, 2007

UNA CARTA ENCONTRADA EN EL PARQUE.



Era la cuartilla de un cuaderno que alguien había arrugado y tras formar una bola con la misma depositó en una papelera del viejo paseo. Al pasar en la tarde vi aquella bola, de papel arrugado, que tenía algo escrito en la misma. En principio pasé de largo, pero luego la curiosidad ó quizás un algo extraño hizo que me volviera y agachándome vi una palabra escrita que me llamó poderosamente la atención: "amor". Tomé la cuartilla arrugada, busqué un banco vacío y con un algo de culpabilidad empecé a desdoblar los pliegues arrugados. Luego leí su contenido...

"Querido amor...

Bueno, espero no te moleste que te siga llamando así, pero no me acostumbro a pronunciar tu nombre. Hacía mucho tiempo que deseaba mandarte estas líneas para decirte que nuestra relación debe terminar. Que todo lo vivido juntos, lo que hemos soñado y proyectado es algo que ha llegado a su fin y que ni tu ni yo tenemos la culpa de ello.

Las cosas pasan y en un momento de la vida nos encontramos, compartimos unos momentos maravillosos, vivimos unos días de ensueño, proyectamos tantas cosas de cara al futuro que yo deseaba fervientemente que aquel sueño pudiera ser un día realidad.

Pero la realidad es otra y diferente, es más cruel y está carente de esa capa de sueño que adorna a la primera etapa romántica que pasamos juntos. Ahora mismo estoy recordando esos primeros momentos en que sabía que tu mirada seguía mi cuerpo cada vez que estaba a tu lado. Era una mirada que besaba cada uno de los rincones de mi cuerpo y sabía que estabas pendiente de todo lo que hacía, de lo que organizaba en la casa, en la cocina y hasta en la habitación.

Recuerdo tus caricias en la noche, cuando nos acurrucábamos entre las sábanas buscando el amor bajo sus pliegues, el calor de tu cuerpo y el frenesí que nos embargaba y nos hacía pasar aquellos momentos maravillosos que nunca olvidaré.

También recuerdo los paseos que dimos tantas veces por la playa tomados de la mano mientras las olas mojaban nuestros pies y aquellos ratos que pasamos mirando el mar mientras tu me tenías abrazada fuertemente contra tu pecho varonil que dejaba en mi espalda el latido acelerado de tu corazón enamorado.

Recuerdo todo eso y mil cosas mas, amor mió, no creas que he olvidado esa etapa tan maravillosa que ambos vivimos y compartimos juntos.

Pero la realidad ahora es diferente. Ambos hemos cambiado. Tu has cambiado y yo también. Ni tu sigues mis pasos con tu mirada ni yo espero que lo hagas, ni siquiera recuerdo ya tus caricias en la noche, pues hace mucho tiempo que ni siquiera nos buscamos para encontrar esa caricia y para sentir el calor de nuestros cuerpos.

El caso es que yo te amo ó creo amarte aún, pero ¿podemos seguir así?, ¿debemos continuar esta relación que aparentemente está ya muerta?, ¿deberíamos intentar encontrar una solución ó quizá ya sea el tiempo de decirnos adiós de una manera natural, recoger nuestros recuerdos, guardarlos en una alacena y seguir ambos el camino de la vida, cada uno por su lado?

De verdad que ya no sé qué es lo correcto, ni qué debo hacer, pero creo que esta situación no podemos mantenerla por mas tiempo, ya que ambos, tú y yo, nos estamos haciendo daño ahora, cuando hasta hace unos meses era todo lo contrario.

Por eso al principio te decía que nuestra relación debía terminar, al menos tal y como hasta ahora la llevamos y mantenemos, pues como en el párrafo anterior te decía, estoy seguro de que eres consciente de ello. Ambos estamos sufriendo una situación que por las razones que sean y aunque no seamos conscientes de la misma se nos escapa de la mano y hace que la distancia que mantenemos sea cada vez mayor y aquel sentimiento de cariño, amor y sensibilidad que en un tiempo nos unió hoy lo veamos tan lejano como a través del otro lado de un puente roto, destrozado y distante.

No quiero culparte de nada, ni de que caiga sobre tu conciencia la más mínima sensación de culpa. Si hay algún culpable de esta situación ambos lo somos a partes iguales, pues los dos somos mayores, nos conocimos un día y si algo ha fallado es porque no hemos sabido en su momento darle solución, buscar esa chispa de recambio, la palabra adecuada, la mirada, la caricia que precisábamos, y todo eso que quizás debimos emplear para seguir caminando juntos.

Yo sigo amando aquel sueño que forjamos, pero reconozco que las personas hemos cambiado y que el mismo no es posible ya en nuestro mundo y en nuestra vida. Por eso amor espero que estas líneas difíciles para mí, lleguen a tu lado y te digan que te sigo queriendo, pero que debemos dar fin y terminar a aquel bello proyecto que un día nos unió y seguir cada uno su camino, siempre desde el respeto, el cariño y guardando celosamente el recuerdo de aquellos días tan lindos.

Hasta siempre amor, la vida continúa y nosotros formamos parte de esa vida. No debemos dejar que la misma nos arrastre en melancolías ni en cosas parecidas. Tomemos lo bello que hemos vivido, aprendamos de nuestros posibles errores y hagamos que el camino que vamos a emprender, cada uno por su lado sea un punto de partida, con una referencia siempre a no volver a caer en los errores del pasado y si en un momento dado nuestros pasos se cruzan, quizás podamos ver a la misma persona que un día amamos y tal vez sepamos ver, entonces, lo que ahora no vemos y puede que esté ahí, tan cerca y, oculto en el alma.

Un beso con todo mi cariño,

Elena"

Después de leer esas líneas quedé pensativo. ¿Acaso el amor entre dos personas podía encerrarse entre las líneas de esa cuartilla?... Nunca lo sabría. Lo que pasa entre dos personas es algo que solamente ellas saben, viven y pueden valorar correctamente. Lo que los demás podamos suponer, juzgar, criticar y aconsejar es algo muy fácil porque no estamos en la piel de los protagonistas de esas vidas.

¿Quien sería esa persona llamada Elena que firmaba la carta? Tenía una letra bonita pero... Sí, allí estaba su escrito. Volví a hacer una bola con la cuartilla y dirigiéndome a la papelera, de donde la había tomado, la deposité nuevamente en la misma y de mis labios salieron unas palabras en silencio: "Adiós Elena, que tengas suerte".

Rafael Sánchez Ortega ©
11/05/05

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