lunes, junio 09, 2008

EL TANGO


La música del tango nos envuelve y la voz de Francisco Florentino hace que nuestros cuerpos se busquen y se fundan en un abrazo, mientras escuchamos "Garúa".

Hay algo que nos atrae irresistiblemente mientras la música suena en la penumbra del Salón. Estoy recostado en el sofá y tú descansas la cabeza sobre mis piernas. Acaricio tu cara con mi mano y mis dedos revuelven tu pelo tratando de arrancarte un suspiro de placer.

Hay un movimiento imperceptible, pero lo suficientemente claro, como para llevarme a tocar tus senos y a dejar mi mano acariciando tu pecho, para que a la vez, sienta ese latido, que como un crescendo sale de allí, de tu corazíón hasta llegar al mío, haciendo que vibre todo mi ser y me estremezca contigo mientras escucho este tango.

Los compases arrebatadores del mismo nos arrancan suspiros. Beso tus labios bajando mi cabeza hasta ellos. Una de tus manos busca la mía que descansa en tu pecho, se estira y se desliza en mi pecho, aparta la camisa para meterse por debajo de ella a sentir mi piel.

Yo busco la tuya, pero antes te doy vuelta en el sofá y quedas boca abajo con tu cara apoyada sobre un cojín y las manos cruzadas bajo el mismo. Aparto tu camisa y masajeo tu cuello. Tienes la cabeza ladeada y los ojos cerrados. Por tu boca se escapa una sonrisa.

La música sigue acompañándonos. Con las manos extendidas recorro tu espalda. Retiro el sujetador con cuidado para poder tocar ampliamente tu piel sin la interferencia de la tela. Rozo levemente tus senos con mis dedos en ese recorrido hacia abajo, a tu cintura.

Allí mis manos abarcan la misma, la rodean, aprietan un poco como tratando de cerrar entre ellas esa parte de tu cuerpo. Me inclino y beso tu cuello. Sigo besando tus hombros, tu espalda, tu cintura...

Una de mis manos baja a tu entrepierna y toca tus muslos por encima de la tela del pantalón. Siento que aprietas las piernas y eso hace que te baje la ropa con mucho cuidado. Primero el pantalón del pijama, luego la braguita hasta que quedas totalmente desnuda en el sofá, mientras sigues boca abajo.

Ahora suena "El día que me quieras" de Carlos Gardel. Con los acordes de su música y el estribillo de "Acaricia mi ensueño el suave murmullo de tu respirar..." un suspiro al unísono se escapa de nuestros cuerpos. Busco tu entrepierna para acariciar la entrada del templo sagrado de tu sexo. La dejo ahí sintiendo el latido de tu cuerpo. Noto que un calor nuevo nos recorre, que mi corazón late desaforadamente y que la presión que antes ejercías, involuntariamente en tu entrepierna, está cediendo y permite que mi mano se vaya posando en esa zona y sintiendo a la vez la humedad naciente de la misma.

Te das la vuelta y tus manos comienzan a despojarme del pijama. Primero es la camisa, luego tus manos buscan mi pecho y bajas lentamente hacia mi sexo. Le tomas con una mano y comienzas también a acariciarlo. Ahora los dos estamos acariciando nuestros sexos mientras la voz grabada de Gardel entona "...Al viento las campanas dirán que ya eres mía y locas las fontanas me contarán tu amor..."

En un momento dado nos damos cuenta de que ambos estamos acariciándonos, que nuestras manos están en el sexo del otro buscando a través de la caricia notar esa humedad y saliva que nuestros sexos destilan.

Noto que te estremeces un tanto con el roce de mis dedos por la piel tan sensible, mientras beso tu pecho y succiono levemente tu pezón endurecido. Paso a besar tu cintura. Retiro mi mano y bajo mi boca para besar tu sexo. Estoy solo un instante, pues me tomas por los hombros hacia arriba. Sin indicarme nada, con solo guiarme con tus manos te penetro y empezamos a gozar intensamente.

Despacio, sin prisas, haciendo que esos segundos maravillosos se conviertan en una eternidad, para recordar siempre, hacemos que nuestros cuerpos se fundan en uno solo. Mientras tu sexo recibe al mío y ambos empiezan a rozarse, a sentir esas mil sensaciones y viviendo el placer que tanto ansiamos.

Ahora me viene a la cabeza el estribillo de aquel Tango en poema que hemos leído antes de Cacho Castaña "...Ese loco coraje de potro salvaje, te galopa en las venas, cuando bailas un tango..." Quizás parecemos como esos dos potros salvajes del Tango, desbocados sobre el sofá, dando y recibiendo todo el amor y el placer de la persona que tenemos a nuestro lado.

Nuestros cuerpos se tensan mientras mi sudor se une con el tuyo. Noto mi respiración agitada y siento la tuya que a la vez busca ese soplo de aire y lanza pequeños gritos de placer. Te beso sin descanso mientras proseguimos esa escalada hacia hacia el arco iris de nuestras sensaciones.

De pronto nuestros movimientos se aceleran. Son unos segundos apenas en los que aceleradamente buscamos la culminación de ese clímax, de ese momento mágico, envuelto en la música del Tango.

Y aquí estamos ahora, descargando el uno en el otro ese instante de placer, ese glorioso tiempo en el que las sensaciones se elevan al momento más álgido, como si hubiéramos llegado a esa cima grandiosa que a la vez buscamos.

Hay unas contracciones de nuestros cuerpos. Seguimos unidos. No queremos separarnos a pesar de que estamos materialmente empapados de sudor. Te acaricio la cara, separo el pelo mojado de tu frente, beso tus ojos, busco tus labios y dejo en ellos un beso con todo mi cariño y luego mirando a tu pupila te digo en un susurro: "Te amo".

Al lado, en el reproductor, sigue sonando la música del Tango. De nuevo ha comenzado otra vez "Garúa". Su letra llega hasta nuestros cuerpos que van recobrando el ritmo de su respiración acompasada y normal. "...Mientras siento la garúa, se acentúa con sus púas en mi corazón..."

Puede que afuera caiga la garúa de la noche, pero adentro las púas no se acentuarán en nuestros corazones que ahora van recobrando su latido normal y descansan juntos, unidos, igual que nuestros cuerpos desnudos que bajan poco a poco de esa cima, pero siguen acariciándose, deseándose y amándose mientras cientos de besos apagados y llenos de ternura dan paso ahora a los anteriores cargados de pasión contenida.

Rafael Sánchez Ortega ©
06/06/05

1 comentario:

lunilla dijo...

bailamos? te parece, dejar que nuestros cuerpos saboreen la dulzura, y hagan eco en la memoria de nuestras emociones??
que me dices?
abrazos
Blue