lunes, diciembre 22, 2008

DOS CARTAS EN NAVIDAD...


Tarde intensa de blancura en las montañas con un cielo azul celeste y un sol brillante que dejaba su calor sobre los hombres.

Era un parque con árboles y bancos para sentarse, con niños que jugaba en las plazoletas mientras los pajarillos cantaban en este invierno que empezaba.

En un banco estaban juntas dos figuras. Un niño y un anciano que llevaban cada uno una libreta y un bolígrafo en la mano. Sorprendido antes este cuadro me acerqué por detrás, escondido entre la brisa marina para ver que hacían en el cuaderno. Estaban escribiendo, estaban plasmando sus letras, cada uno en un estilo, cada uno con una forma y cada uno dejando en esas letras un deseo.

En el cuaderno del niño pude leer lo siguiente:


"Queridos Reyes de Oriente...

Me dicen mis padres y los amigos que vais a venir al mundo dentro de unos días, para adorar a un niño que vá a nacer en un portal en Belén y le entregareis unos presentes. Me dicen que vosotros traereis muchos juguetes y regalos a los niños que hayan sido buenos, a los que se hayan esforzado y ayudado en sus casas, a los que han estudiado y a los que no faltaron al respeto a los demás.

Yo he tratado de hacer todo eso y no sé si lo he consegudo. Algunas veces he ayudado a mis padres, les he sonreído, he ido a buscar algunos recados a las tiendas y supermercados, también he estudiado en el colegio y no creo haber faltado al respeto a mis compañeros ni a las personas mayores.

No sé si todo esto es merecedor de un premio, pero si así fuera, quisiera pediros algo. Quizás algo especial ya que no quiero juguetes y no es que no me gusten, pero quisiera algo más importante. Me gustaría que se acabara el odio entre los hombres, con las guerras y las hambres, para que todos los niños del mundo podamos jugar en un mundo nuevo y diferente y para que podamos crecer y salir al trabajo sin miedo. Para que podamos viajar a cualquier parte sin el temor a una guerra, a una situaciòn de violencia y tampoco a ver esas imágenes, que muchas veces he visto en las revistas y en la televisión de niños y mayores pasando hambre, con sus cuerpos delgados y esa mirada intensa y profunda, llena de sufrimiento y dolor.

Quizás es mucho lo que os pido, Reyes de Oriente, pero no quiero juguetes. Renuncio a la Play Station, al vídeo prometido por mis padres, al viaje que quieren que hagamos el próximo año, renuncio a la ropa que quieren comprarme y esos globos de luces y colores que llenen mi fantasía.

Si podeis,, si es posible, mirad bien vuestras alforjas para ver si queda en ellas un poquito de paz, y que la misma llegue a todos los hombres. A nuestros políticos, a nuestros gobernantes, a nuestros profesores, a nuestros amigos, a nuestros padres y que esa paz nos llene e inunde haciendo que este mundo sea distinto, sea una isla donde el cariño y el amor sea una constante y del que nos podamos sentir orgullosos algún día.

En fin, Reyes de Oriente, quizás me estoy pasando con mi carta, no quiero cansaros con mis peticiones, porque sé que teneis muchas que atender, en estos días, de otros niños y de personas mayores, que también os habrán pedido muchas cosas.

Sólo deciros que si venís a adorar al Niño que vá a nacer y si podeis regalarme lo que os pido, sería algo maravilloso, pero sino es posible, quiero que sepais que tendreis en mi siempre a un amigo y que estaré a vuestro lado en estas fechas, para aprender y recibir el mensaje de cariño y el amor que nos traeis, cada año, en estos días de Navidad.


Un abrazo,

Miguel"


Cuando leía estas letras, a medida que iban saliendo de la mano de aquel niño sentía una ternura infinita que me recorría, un algo especial que me transportaba de un lugar a otro entre el movimiento continuo de esa brisa que soplaba y que como en un baile de vals llevaba mis sensaciones a diferentes compases.

De pronto posé mis ojos en el otro cuaderno, en la cuartilla que el anciano estaba escribiendo y que con mano temblorosa iba depositando unas letras menuditas. Me llamaron mucho la atención y las leí en silencio mientras acariciaba sus sienes blanquecinas con el soplo de la brisa.

"Querido Niño de Belén...

Hace muchos años que me enseñaron que habías nacido en Belén, en un portal de pastores, para venir a traernos la paz y el amor a los hombres. Entonces yo era un niño, como mi nieto, que ahora escribe a los Reyes de Oriente a mi lado.

Yo también les escribí, ya lo sabes, y pedí muchas cosas, desde juguetes en la infancia, hasta ya siendo joven el amor que tú traías contigo para todos nosotros. Luego, con el paso del tiempo, seguí escribiéndote a ti, pero directamente cada Navidad y lo hacía con esa esperanza de que en mi vida apareciera el amor, pero el Amor con mayúsculas, ese amor que tú nos habías prometido, ese amor que yo tanto había buscado por la vida, ese amor que era la fuerza para que siguiera existiendo y viviendo, para intentar un día, cuando fuera, alcanzar esa cima y besar desde la misma los labios del amor.

Pero los años pasaban lentamente, yo creía que mi petición había quedado ya olvidada, que nunca la habías tenido en cuenta, porque sé que todo el mundo, te pide cosas, y no solamente en estas fechas. Sé que tu agenda está muy llena de encargos y que para ti, yo era uno más de los muchos hombres que habitan este planeta y que no podrías atender, porque es prácticamente imposible.

Hace poco ocurrió algo que hizo temblar mi alma y tú fuiste el causante. Recordé una carta que había dirigido unas Navidades y que titulé Carta al Amor, en ella te pedía ese amor soñado, el tantas veces añorado y deseado, ese amor humano y casi utópico e irrealizable y lo pedía de una forma casi desesperada.

Al poco tiempo algo vino a mi encuentro, alguien pasó por mi lado y posó sus alas de mariposa en mi alma haciéndola estremecer. Su ternura, la tibieza de aquel cuerpo sencillo y frágil, la ternura con que me hablaba y escribía, con que me miraba y aquella manera de ser no supe apreciarla ni valorarla hasta que no pasó un tiempo, quizás excesivo y cuando ya esta mariposa iba a volar de mi lado, fue cuando me fijé en ella, cuando la vi de veras en todo su explendor y entonces supe que estaba en verdad enamorado.

Habían pasado otras personas por mi vida de las que creí estar enamorado, había salido con otras chicas, había tenido sueños, había volado con tantas princesas en mi imaginación que ya casi había olvidado que el amor era algo real y no la utopía que leemos en los cuentos infantiles.

Así que me vi caminado con esa persona, compartiendo ese tiempo precioso que tú nos regalabas, mirando sus ojos, escuchando sus palabras, viendo el fondo de su alma a través de sus pupilas y sintiendo muy cerca, los latidos de su corazón que bombeaba la sangre de la pasión, del amor y del deseo por sus venas.

Y a su lado pasé los mejores momentos de mi vida, aquellos que tú me regalaste, aquellos que tú me diste como petición silenciosa a mi carta en aquella Navidad.

Y aquí me encuentro ahora mi Niño de Belén. No, nada voy a pedirte para mi, yo ya tengo todo lo que precisaba, todo lo que anhelaba, todo lo que quería. Tengo al Amor y vivo con el amor que tú me has regalado, para hacer que ese sentimiento siga vivo, esté latente y le busque y le lleve de la mano conmigo a todas partes y que sonría con mi sonrisa y yo con la suya, y que sueñe con mis sueños y yo con los suyos, y que baile en ese mar infinito con ese vals de las olas que tanto nos gusta, bajo la luz de la luna.

Hoy te escribo esta carta para que ayudes a mi nieto Miguel, para que le hagas crecer y ser un hombrecito, para que siga en su inocencia creyendo en los Reyes Magos y para que te vea a ti, a través de ellos, y de ese mensaje de Amor que tú nos has venido a entregar en esta Navidad.

Nada pido para mi, ya que nada necesito. Si acaso que ayudes a todas las personas necesitadas, a todos los que tienen hambre, a los que carecen de un techo, a los que les faltan ropas, a los mendigos, a todas aquellas personas que sufren en estas fechas por diversas culpas... A todos ellos Niño querido ayúdales y dales a beber ese néctar de tu Amor, para que con el mismo puedan sentir en su cuerpo la fuerza para seguir viviendo, para seguir luchando y para seguir creyendo en un mundo más justo, donde impere la razón y la cordura y donde todos, un día, podamos mirarnos a los ojos bajo ese mensaje de Amor que tú, en estas fechas nos envías.

Eso es todo lo que te pido mi Niño de Belén, y también que ayudes en todo lo que necesite y precise al amor de mis amores, a esa linda mariposa que tocó con sus alas mi alma y de la que hiciste que me sintiera enamorado. A ella le dás un beso de mi parte, cuando sueñe, cuando esté dormida, cuando cierre sus ojos y le dices simplemente en su oído que la amo.

Esta es mi carta hoy en esta tarde, casi obligada, ya que mi nieto Miguel ha querido escribir la suya pero siempre que yo escribiera la mía a su lado, en este parque y sintiéndose protegido por mi presencia y conversación.

Como vés nada pido para mi, ya que nada quiero pues tengo lo más importante de mi vida, y tú me lo diste hace tiempo, El Amor.

Javier."


La verdad es que sentí un escalofrío creciente a medida que iba leyendo las letras menuditas que iban saliendo de la mano del anciano. Por mi cabeza pasaban las dos cartas, la del niño y la del anciano. La una pidiendo a Los Reyes de Oriente, la otra escribiendo al Niño de Belén y con sus letras y palabras marché confuso por la grandeza de la vida, de aquellas almas que encerraban aquellos cuerpos y que llevaban tanto dentro de sus corazones.

Cuando estaba lejos, cuando ya había abandonado el parque y me encontraba a miles de kilómetros con los mensajes que había leído dando vueltas y vueltas en mi cabeza, seguía pensando si lo habría soñado, si todo no habría sido fruto de una falsa visión, porque hoy en día no era normal encontrar a dos personas así, un niño y un anciano que sintieran algo tan especial, tan distinto y a la vez con un denominador común.

¿Serían acaso la misma persona y yo estaba ahora confundido?, ¿Habría sido todo un sueño de mi parte y nunca habìan estado ese niño y el anciano en aquel parque?...

No lo sé, ya no lo sabría, pero me iba con esos mensajes, con lo que leí ó creí leer en los mismos, con aquel denominador común llamado amor y aquel pedido que ambos hacían para que la humanidad pudiera tener la paz y el amor en todas sus gentes.

Un niño y un anciano pidiendo lo mismo y con diferentes palabras, cariño y amor. ¡Extraña coincidencia en esta Navidad!

Por eso, desde lo alto, cuando ya casi estaba tocando las estrellas, me volví a la tierra y parando mi vuelo, les mandé un saludo invisible y les dije este mensaje que espero llegara a sus corazones, ¡Feliz Navidad, amigos míos!

Rafael Sánchez Ortega ©
23/12/08

4 comentarios:

MAR dijo...

FELIZ NAVIDAD!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
TE DESEO CON MUCHO CARIÑO.
MAR

lunilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Tiempo de Amor, tiempo de ternura.

Te deseo mucho tiempo como este.

. dijo...

Felices Fiestas y un deseo enorme por vuestra felicidad !!!!

Esperandote siempre

Al otro lado del deseo
http://deseoxprohibidox.blogspot.com