lunes, enero 29, 2007

EL REGRESO DEL SUEÑO


Regreso de un largo viaje donde pude vivir el sueño, palparle, sentirle y embriagarme de aquellos momentos maravillosos donde parecía que el tiempo se detenía y me dejaba en una balconada de piedra, entre la nieve y los pinos, con las moles de granito a mi espalda y la pequeña laguna helada abajo, en un pequeño valle todo cubierto con la blancura de la nieve.

En aquel sitio comí mientras contemplaba todo aquello, con las altas cumbres parcialmente nevadas, los pasos de subida completamente inaccesibles para el hombre, aunque sintiera envidia de esas sendas que invisibles, bajo el manto nevado, esperan las pisadas del hombre, invitándole a subir hacia sus collados para desde ellos poder pasar a los innumerables lagos y lagunas que se encuentran en esa zona.

Al abrigo de la peña el sol calentaba dulcemente y su calor daba esa sensación especial que hacía que uno pudiera incluso cerrar los ojos y dejar de soñar porque en ese lugar no hacía falta el sueño ya que se estaba inmerso dentro de él, viviéndole intensamente.

Aún recuerdo la nieve inmaculada a mis pies y que mis botas de montaña abrían huella, formando esa escalera para que los compañeros pudieran seguir el camino y cuando volvía la vista atrás, veía las señales de esas pisadas formando una hilera sinuosa que se estiraba rompiendo el hermoso manto blanco de la nieve, contrastando con el azul intenso de aquella mañana que lucía en el cielo.

Un poco mas abajo pude contemplar las aguas de los cientos de riachuelos que se formaban primero con pequeños regatos de agua que iban buscando salida hacia el fondo del valle, hasta conseguir esas corrientes impetuosas y cantarinas y por último las colas de agua y cascadas tan espectaculares que se nos ofrecían a la vista.

Aquel color de las cascadas que afloraban por todas partes, con sus aguas que en el salto, formaban una especie de espuma blanca con el sonido fuerte y bravío que producían en la caída hasta el pozo de abajo para seguir luego corriendo por los cauces de esos riachuelos que como brazos de un gigante afloraban por todas partes para reunirse luego en la corriente del río principal que lleva hasta el estanque.

¿Y qué decir del estanque? Una bella estampa donde uno puede quedarse extasiado mirando aquel lugar, con la mente en blanco, viviendo ese hermoso sueño hecho realidad, donde parece como si ese reloj de la vida hubiera parado el tiempo para que tú, espectador de todo aquello, pudieras contemplar y admirar la obra del creador.

Regreso de un largo viaje y he vivido un hermoso sueño. El mismo quedará en mi retina y en el recuerdo durante mucho tiempo para darle vida, para darle forma, para poder animar mi alma y para estimular mi espíritu.

Soy consciente de que he vuelto de nuevo a la vida, de que he vuelto de nuevo del mundo de los sueños, de que estoy en la realidad y aquí la vida continua, el reloj sigue su curso, los acontecimientos pasan, la marea suba y baja todos los días, igual que el sol amanece por la mañana para darnos su luz y se esconde, en la tarde, para dar paso a la noche.

Ahora me pregunto ¿dónde está la realidad y dónde el sueño? allá en aquellas montañas, con todo aquello que he vivido ó se encuentra aquí en mi mundo, con mi vida y con todo lo que me rodea. Difícil respuesta, ¿verdad? De todas maneras quizás "La vida es sólo un sueño", como dijo el poeta y “los sueños, sueños son”

Rafael Sánchez Ortega ©
03/05/05

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