domingo, abril 13, 2008

CARTAS AL AMOR III


Te escribo desde la soledad en esta noche gris. Quizás sea una noche mas en que salgo a pasear con las ventanas de mi alma abiertas y a la vez alborotadas por el viento de la vida. Ya nada espero, ni siquiera la tibia luz de esa luna que antaño añoraba o la visión de las estrellas que desde el cielo me alumbraban.

Mendigo fui, amor. Mendigo por la vida buscando en los rincones mas recónditos esa migaja de amor, esa caricia, esa palabra y quizás esa mirada por la que suspiraba amargamente.

Mas no la encontré amor, aunque a veces quise vislumbrar un poco de todo eso. Pero era un espejismo, algo que mi alma sedienta imaginaba en el desierto del amor. Y caminé dando tumbos, sin rumbo fijo, sin norte ni timón, buscando aquí y allá esa gota de amor que saciara la sed de mis sentidos.

Ahora estoy cansado, Amor. Cansado de vivir y mendigar, cansado de amar sin ser amado, cansado de soñar tan solo sueños, cansado de cantar versos y anhelos, cansado de pedir quizás el cielo.

Me voy Amor, me marcho ya. No sé hacia donde ni hacia qué mis pasos me llevarán. Quizás hacia otro sueño, otra ilusión que surja solamente en mi imaginación y a la vez alimente mi alma y mis sentidos.

Pero tengo que caminar, tengo que andar, buscar de nuevo, remover las papeleras y cubos de basura, tratando de encontrar esa migaja de amor, ese sentimiento perdido que quizás alguien olvidó o tiró, voluntariamente, porque a él le sobraba todo eso.

Y sin embargo Amor, te amo. Es algo superior, algo que no puedo evitar, algo que me hace estremecer tan solo de pensar que estás ahí, tan cerca que con solo extender mi mano podría acariciarte, tocar la tuya, llevarte de la mano en un paseo por la playa y caminar bajo la luna oyendo a la vez el rumor de las olas y preguntarlas si es posible que dejen de venir a la playa a dejar sus ondas blancas estirándose en la arena.

Sé su respuesta Amor; ellas no pueden dejar de venir, ni tampoco pueden amortiguar su rumor, su suspiro... Y a mi vez, Amor, yo tampoco puedo dejar de soñar, de vivir, de buscar, entre la basura y la miseria de la vida, esa migaja de amor, ese susurro invisible que en mi sueño me dice tantas cosas, esa caricia que llega a mi mano, esa mirada que se posa en mis ojos, esa palabra que brota y me dice, te amo.

Adiós Amor. Sabes muy bien que te he amado, que has sido lo más grande de mi vida, y que en mis sueños te he buscado y me he volcado para darte todo lo que tengo... Pero, es muy poco ¿verdad amor?... Solo tengo un cuerpo viejo, estropeado ya y no agraciado, un corazón que late aprisa, pero que está con mil cosidos remendado, unos pasos vacilantes que caminan sin destino, unos ojos que miran buscando el infinito, unas manos que tiemblan como las de un niño pequeñito.

Hasta siempre Amor. Te amé y busqué por caminos muy distintos. Tal vez te vi, pasé a tu lado y hasta puede que te halla hablado en algún sitio. Pero tu, Amor, has sido siempre esquivo, aunque hayas estado ahí en ese sitio, esperando tal vez, la palabra que nunca llegó o la mirada que nunca te alcé... ¿Fue así?... ¡Quizás me equivoqué, Amor!... Puede que sí.

Regreso al mundo de los sueños, a ese lugar de donde nunca debí salir, para no tener que mendigar ni suplicar ese pedacito de amor, esa limosna de cariño... Así mi fantasía seguirá trazando sueños, los sueños ilusiones, las ilusiones un cariño utópico y en definitiva amaré de la única manera que sé amar, "dando a mis sueños el sueño del amor".

Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/04

5 comentarios:

lunilla dijo...

Rafi, tus letras tan llenas de sentimientos, siempre son una suave caricia al alma.
Feliz día.
Blue

marisa dijo...

que triste, que triste y a la vez romántico..

Anónimo dijo...

Entrar a tu blog,es como entrar al mundo del encantamiento,es todo para mi tan bueno,que no puedo menos que felicitarte.(humildemente).

Erranteazul dijo...

Por qué despedirse del amor, de un amor, si tienes la vida por delante?...¿Por qué, si el mundo de los sueños está abierto como tus ventanas...y sabes que más allá habrá otro amor?

Soñar sin nunca parar es un ejercicio fantástico que al final...un destino merece tener!

Catalina Zentner Levin dijo...

Las cartas de amor jamás pasarán de moda. Son eternas, como el amor mismo.