sábado, septiembre 13, 2008

A DAMI...



Querido amigo Dami...

He venido a dejarte mi felicitación y no sabía cómo hacerlo. Pensé muchas cosas, por ejemplo escribirte un cuento, algo sobre piratas ó sobre aventuras, aunque quizás no te gusten, pero también pensé en hacerte un poema, hablarte de esas cosas pequeñas que nos rodean y están ahí, a nuestro lado.

Pensé en un parque, en las palomas, en el lago cercano, en aquel embarcadero con sus botes, en las aves que pasan en la tarde... Sí, pensé en todo eso, pero quizás te aburras con este monólogo y no es esa mi intención en este día.

Entonces se me ocurrió algo diferente, distinto. Algo que no es habitual. Quizás digas, al final, cuando acabes de leer estas líneas que ellas no son para ti, pero sí lo son, amigo mío, puedes tener toda la confianza en ello.
Lo que se me ocurrió ha sido y es hablarte de una persona que hoy, y de manera especial, celebra este día como un cumpleaños, en realidad como "su cumpleaños".

Y esa persona es aquella que durante varios meses gestó tu cuerpo a través del suyo, le fue dando vida y forma, sintió tus latidos, acarició tu cuerpo a través del suyo, porque no olvides que cuando ella se acariciaba su vientre te estaba tocando a ti y cuando buscaba entre su piel tu latido era a ti a quien buscaba y se decía que sí, que estabas allí, que crecías y que en un tiempo saldrías a la luz, con tus gemidos, tus ojitos lindos, tu boquita caprichosa y ese cuerpo menudo que luego se convertiría, poco a poco, en el hombrecito que hoy eres.

No sé, Dami, creo que a veces los niños somos egoístas, precisamente porque somos niños, y no sabemos valorar en su justa medida el papel de nuestras mamás. Pero eso es algo que todos hacemos instintivamente y no es nuestra culpa y ellas, nuestras mamás, lo saben.

Por eso tu mamá te ha seguido durante estos años, desde que naciste. Ha vigilado tus pasos, ha mirado por ti. Ha vigilado, de cerca, si comías bien, si estabas malito, si tenías esta ropa que ponerte o si aquella estaba sucia, incluso si te gustaría aquel juguete primero y aquel libro después, cuando ya empezaste a gustar del placer de la lectura.

Porque estoy seguro de algo y es que ella fue tu primera maestra, aunque no en la escuela, sino en tu casa. Estoy casi seguro de que ella te acompañó en esos primeros momentos en que tú, como yo, y como tantos niños, perezosamente dejábamos vagar la mirada por el cuaderno, en aquellas figuritas que debajo tenían unos caracteres escritos que no sabíamos distinguir.

Y con paciencia, con cariño y con amor, te fue enseñando todo ese mundo mágico de la lectura primero y luego el de la escritura, antes, incluso, de que fueras al colegio.

Pero hoy es tu día, lo sé. Sin embargo, creo que también es el de ella. Tú cumples años, pero ella, tu mamá, también los cumple, porque cada cumpleaños tuyo es uno de ella, en el sentido que fue ella la que dio a luz tu cuerpo, la que dio principio a tu vida y a todo ese mundo que ahora alberga tu alma.

Amigo Dami, yo te pediría algo en este día tuyo, tan especial. Mira a tu mamá, en un rato, ve hasta ella y dale un beso muy grande, sólo eso. No, no te preocupes, no hace falta nada más. Ella te entenderá mejor que nadie y sabrá que ese detalle es un mensaje, que este día tuyo es también el de ella, y no te dirá nada, aunque quizás una lágrima salga de sus mejillas, pero no te preocupes, será una lágrima de satisfacción y alegría al verte ya un hombrecito, un tanto respondón, pero hombrecito al fin, que camina por la senda de la vida.

Tú eres su vida, Dami. Formas parte indisoluble de tu mamá ya que no solamente te unió a ella un cordón cuando estabas en su vientre sino un lazo más fuerte e invisible que nada ni nadie podrá romper jamás.

Recuerda que tú eres ya su alegría y que en el futuro ella podrá llorar,de nuevo, otras lágrimas y ¡ojalá estas sean también de alegría y amor hacia ti, como las que hoy ha derramado, sin duda alguna!

Un beso en este día para ti, mi amigo, y otro para tu mamá de mi parte,

Rafael Sánchez Ortega ©

08.06.06

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