lunes, septiembre 15, 2008

ESCRIBO PARA TI...


Escribo mientras miro tu cuerpo tendido en mi costado. Escribo mientras te velo en ese sueño, de luz y fantasía, al que tus ojos dan vida. Escribo mientras rozan mis dedos la piel, tan suave, de tu cuerpo, como trazando un arabesco, en estraña filigrana, que te haga estremecer.

Escribo simplemente en el cuaderno, sin atender a guiones sin seguir un patrón definido, sin esperar que nadie dicte lo que pongo, sin prisas que marquen los relojes, sin apuros de nadie que me inquiete, sin pensar en que puedas despertar y verme así, escribiendo a tu lado, mientras acaricio tu pelo y contemplo la hermosura de la tarde a través de la ventana.

Escribo con tu cuerpo recogido a mi lado, con los brazos buscando la almohada, y mirando el movimiento imperceptible de tu pecho, su respiración acompasada, la sonrisa naciente de tus labios, tu carita sonrosada y traviesa, tus manos delicadas acariciando ese cuerpo invisible con que sueñas, y mirando también, la curva sinuosa de tus senos y cintura que recorro con mis dedos, y que luego deslizo a tus caderas, hasta que siento un leve estremecimiento en tu cuerpo y me detengo.

Sí, detengo la mano, detengo los dedos inquietos y los vuelvo a la pluma, al cuaderno, para que sigan describiendo este rato, este momento sublime en que estoy aquí, a tu lado.

Levanto la cara un instante y lanzo un suspiro. Luego acerco mi cara a tu cara, mis labios a tus labios y dejo en ellos un suave beso. Un roce apenas, sutil y envolvente, en el que deposito esa caricia y ese deseo contenido, que quiero darte y entregarte en esta tarde.

Escribo sí, escribo en esta tarde. Escribo mientras duermes, escribo para ti. Escribo, para que al levantarte veas estas líneas, y yo pueda seguir el candor de tu mirada mientras miran el cuaderno, mientras tus pupilas acarician mis versos, mientras veo tu sonrisa sincera y cálida brotar nuevamente de tus labios, mientras siento el brillo de tus ojos que ven más allá de este viejo cuaderno, donde he depositados mis letras.

Y te abrazo ahora, te abrazo mientras duermes. Pero lo hago con la suavidad del amante, del poeta. Esa persona que busca tu amor y tu cariño más allá del cuerpo tendido a su lado, más allá de la respìración acompasada de tu pecho, más allá de la luna y las estrellas, más allá de ese bosque de encinas y de robles, más allá de los mares que navegas, más allá de tus sueños y quimeras...

Escribo para ti, amor de mis amores, y escribo en esta tarde, en que velo tu sueño y colmo tu cuerpo de caricias. Escribo, sonriendo, al ver la sonrisa, naciente de tus labios, tras mi beso.

Escribo, simplemente para ti, la niña de mis sueños, la flor de primavera, la luz de la mañana, la musa de mis versos.

Rafael Sánchez Ortega ©

17/03/07

1 comentario:

lunilla dijo...
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