miércoles, septiembre 10, 2008

PALABRAS Y FRASES


Nuevamente volvió a escuchar, en la tarde, aquella voz que tan bien conocía. ¡Sí, el sonido juvenil y melodioso, salido de sus labios, una vez más entró por sus oídos llevando hasta su corazón una angustia indecible para la que no encontraba explicación!

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que oyó aquella voz con su timbre dorado. En realidad eran muchos meses, ¿o quizás no tantos como pensaba?, pero allí estaban, en su recuerdo, las dos palabras mágicas grabadas con fuego que nunca olvidaría, -"Te amo

¿Cómo era posible que a pesar del tiempo transcurrido, la distancia, los desengaños y los innumerables desplantes sufridos siguiera sintiendo esa especie de sensación misteriosa que hacía, nuevamente, ahora, que su alma temblara como la de un niño, al escuchar su voz? ¿Tanto la amó entonces y tantos recuerdos dejó en su corazón?

Cerró los ojos y se sumergió en la música que salía del reproductor buscando en ella la bebida ansiada que embotara sus sentidos y anulara en lo posible el recuerdo de la persona que se encontraba detrás de aquellos labios que tanto tiempo persiguió de una forma desesperada.

Con los ojos cerrados navegó en ese mar donde lo real e irreverente no tiene importancia y donde la exaltación de los sentidos queda anulada y el alma se deja transportar en un viaje sin saber a donde, aunque tampoco importa mucho eso, pero con la única finalidad de huir y marchar del hoy, de ese momento crucial en que la duda se cruza en tu camino y el corazón se encoge temblando por una herida que no está del todo cerrada.

En medio de aquel viaje, mientras cruzaba con la música sin nombre los espacios infinitos, volvió a su pensamiento el retazo de una conversación con ella, una noche, cuando le decía y preguntaba, firmemente aquellas frases que tampoco podía olvidar, -"Tu no me quieres, me amas, ¿verdad amor mío?" y él, en un momento de sinceridad y con el alma en la mano la había contestado que sí, que la amaba profundamente.

¡Pobre diablo!, ¿cómo había podido caer en la vieja trampa del amor? ¿No se dió cuenta de que estaba jugando con él, con sus sentimientos?

Pero sí, ¡claro que lo sabía! Era consciente de todo eso, de que aquellas palabras y frases eran elementos de un conjunto vacío, donde no era posible ni tenían cabida los sentimientos. Se trataba de un juego y ella estaba jugando sus cartas con habilidad y él era la pieza.

Más no, no podía reprocharla nada. Ella había jugado sus cartas y él siempre había sabido su juego. Solo que ella jugaba con ventaja, la de tener un corazón maduro y curtido en mil batallas, ante el corazón de él, ese corazón de niño que aún no se había desarrollado lo suficiente y estaba ávido y ansioso de amar y de sentir la caricia del ser amado.

Ahora debía seguir apurando la botella semivacía de la música. Beber hasta agotar la última gota y emborracharse y sumirse en la oscuridad más absoluta de los sueños. Quizás así pudiera olvidar aquella voz y la persona que tras ella se escondía celosamente. Quizás pudiera despertarse con la sensación de la resaca, sudoroso y temblando en la noche, pero libre al fin de las ataduras a ese pasado y a esos recuerdos.

Mientras, la música relajante seguía sonando y los acordes iban calmando los temblores de su alma. Una sensación nueva le embriagaba y embargaba, le hacía elevarse hasta la nube y caminar con ella por el amplio cielo, subir por encima de montañas, cruzar mares y océanos, buscar nuevas tierras y cambiar las águilas y buitres de su tierra por el cóndor andino, no sabiendo si todo era fruto del embrujo de la música o de una confusión onírica de sus recuerdos.

¿Podría olvidar alguna vez aquellas palabras y frases? ¿Aquel "te quiero" y su afirmación y pregunta "tu no me quieres, me amas, verdad amor mío?”
Porque en el fondo, tendría que asumirlo alguna vez, se trataban solo de palabras. Palabras y frases pronunciadas en unos momentos y que él había asumido porque tenía sed, estaba hambriento y mendigaba una limosna de amor para sus sueños, en aquel desierto de su vida.

¡Sí, solamente eran eso palabras y frases maravillosas, ansiadas y vividas en una pesadilla plasmada en un sueño vivido una noche!...
¡Ay palabras, palabras y frases maravillosas! ¿No podéis permanecer dormidas y en silencio?

Rafael Sánchez Ortega ©


Oct.2005

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