Me había propuesto hacer muchas cosas en la tarde, pero veo que el tiempo pasa y que no voy a hacer nada de aquello que pensé.
Me iba ya. Estaba cerrando el cuaderno y bajando las persianas de mi alma cuando me dije que olvidaba algo. Fue como si flotara una sensación en mi corazón de que estaba dejando algo pendiente. Y entonces lo recordé. ¡Sí, tenía que venir aquí, a dejarte unas líneas!
He recordado en estas últimas horas, los mares de nubes, los susurros de las estrellas en la noche, el paseo por la playa, el vuelo del cometa que los niños querían hacer pasear por el cielo... He pensado en aquellos momentos y he soñado... Pero solamente ha sido eso, un sueño que ha quedado guardado en mi corazón sin ver la luz.
No se puede estar tanto tiempo sin escribir ya que luego la pereza llega y hace que las teclas se vean como enemigas a las que tienes que aporrear para que transmitan lo que piensas y sientes, cuando en realidad deberían ser tratadas con dulzura, mansamente y que mis dedos pasaran por su superficie sin rozarlas apenas, pues estoy seguro de que ellas serán capaces de transmitir y dar cuerpo a los escritos y poemas que viven y nacen en mi interior, y son producto de mis sueños.
Por eso he vuelto, porque me estaba olvidando de enviarte un saludo en la tarde y si vine aquí fue para dejarte estas líneas, aunque fuera en forma de retazos deshilvanados de mis sueños.
No ha sido posible. El sueño va conmigo, regresa dormido y va a hacerme compañía. Pero los sueños no son míos, no me pertenecen. Si sueño es porque alguien, otras personas y la vida misma, hacen posible que yo sueñe. Y a esas personas y a la vida, debo reintegrar la totalidad de esos sueños ya que tengo el deber y el derecho de hacérselos seguir, en las líneas que salgan al cuaderno.
Sueño para mí y para ellos, para ser feliz y llevar esos granitos de felicidad a las personas que me rodean y viven mis sueños, pues en ellos, en esos sueños tan míos, están reflejadas.
Es cierto que algunas veces los sueños se pueden convertir en pesadillas, y puede que haya momentos que te hagan despertar en la noche sudando y temblando porque el sueño feliz ha dado paso a la cruda realidad aumentada por los mil diablos y temores que la vida misma nos impone.
Pero no debo tener miedo, tú estás ahí, a mi lado, la vida sigue su curso y el cuaderno, como siempre estará esperando que acuda a él a depositar las migajas de mis sueños, sean estos con final feliz ó lleven la carga adicional de la realidad que la vida misma nos impone en nuestro día a día.
Sé que tengo pendientes los deberes de mis sueños y que tengo que buscar ese tiempo para traer al cuaderno aquel viaje en que subí un día a la montaña para ver los mares de nubes y aquel otro en que salí en la noche para oír hablar a las estrellas en lo alto mientras veía sus guiños luminosos en el cielo oscuro, y también sé, que queda pendiente, el relatar aquel día en la playa en que fuimos, como niños, para hacer volar un cometa caprichoso que se resistía tenazmente...
Sí, sé que quedan muchos sueños pendientes e incompletos y hasta un cuento inacabado. Pero todos esos sueños vendrán pronto a este cuaderno. Vendrán con la luz del alba para alumbrar un nuevo día. Vendrán como la noche que sustituirá al día y dará paso a las estrellas en el cielo. Vendrán con tu sonrisa y tu silencio. Vendrán aquí, a este cuaderno, y los traeré para ti a tu recuerdo, pues van conmigo, con mi sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
Me iba ya. Estaba cerrando el cuaderno y bajando las persianas de mi alma cuando me dije que olvidaba algo. Fue como si flotara una sensación en mi corazón de que estaba dejando algo pendiente. Y entonces lo recordé. ¡Sí, tenía que venir aquí, a dejarte unas líneas!
He recordado en estas últimas horas, los mares de nubes, los susurros de las estrellas en la noche, el paseo por la playa, el vuelo del cometa que los niños querían hacer pasear por el cielo... He pensado en aquellos momentos y he soñado... Pero solamente ha sido eso, un sueño que ha quedado guardado en mi corazón sin ver la luz.
No se puede estar tanto tiempo sin escribir ya que luego la pereza llega y hace que las teclas se vean como enemigas a las que tienes que aporrear para que transmitan lo que piensas y sientes, cuando en realidad deberían ser tratadas con dulzura, mansamente y que mis dedos pasaran por su superficie sin rozarlas apenas, pues estoy seguro de que ellas serán capaces de transmitir y dar cuerpo a los escritos y poemas que viven y nacen en mi interior, y son producto de mis sueños.
Por eso he vuelto, porque me estaba olvidando de enviarte un saludo en la tarde y si vine aquí fue para dejarte estas líneas, aunque fuera en forma de retazos deshilvanados de mis sueños.
No ha sido posible. El sueño va conmigo, regresa dormido y va a hacerme compañía. Pero los sueños no son míos, no me pertenecen. Si sueño es porque alguien, otras personas y la vida misma, hacen posible que yo sueñe. Y a esas personas y a la vida, debo reintegrar la totalidad de esos sueños ya que tengo el deber y el derecho de hacérselos seguir, en las líneas que salgan al cuaderno.
Sueño para mí y para ellos, para ser feliz y llevar esos granitos de felicidad a las personas que me rodean y viven mis sueños, pues en ellos, en esos sueños tan míos, están reflejadas.
Es cierto que algunas veces los sueños se pueden convertir en pesadillas, y puede que haya momentos que te hagan despertar en la noche sudando y temblando porque el sueño feliz ha dado paso a la cruda realidad aumentada por los mil diablos y temores que la vida misma nos impone.
Pero no debo tener miedo, tú estás ahí, a mi lado, la vida sigue su curso y el cuaderno, como siempre estará esperando que acuda a él a depositar las migajas de mis sueños, sean estos con final feliz ó lleven la carga adicional de la realidad que la vida misma nos impone en nuestro día a día.
Sé que tengo pendientes los deberes de mis sueños y que tengo que buscar ese tiempo para traer al cuaderno aquel viaje en que subí un día a la montaña para ver los mares de nubes y aquel otro en que salí en la noche para oír hablar a las estrellas en lo alto mientras veía sus guiños luminosos en el cielo oscuro, y también sé, que queda pendiente, el relatar aquel día en la playa en que fuimos, como niños, para hacer volar un cometa caprichoso que se resistía tenazmente...
Sí, sé que quedan muchos sueños pendientes e incompletos y hasta un cuento inacabado. Pero todos esos sueños vendrán pronto a este cuaderno. Vendrán con la luz del alba para alumbrar un nuevo día. Vendrán como la noche que sustituirá al día y dará paso a las estrellas en el cielo. Vendrán con tu sonrisa y tu silencio. Vendrán aquí, a este cuaderno, y los traeré para ti a tu recuerdo, pues van conmigo, con mi sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
Oct.2005
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