miércoles, noviembre 02, 2011

¿A QUIÉN...?


De antes, preguntaba a las estrellas por mis cosas, por aquellos entimientos que afloraban, por los miedos y las dudas que venían y llegaban, como el mar y las mareas... De antes, me acercaba hasta las olas, en la barra, susurrando todo aquello que embargaba mis sentidos y tomando su respuesta entre el salitre y el nordeste.

Luego, más tarde, y con el tiempo, preguntaba a los amigos, por mis cosas, les hablaba de mis sueños infantiles, de los pasos de gigante que crecían en la isla diminuta e inaccesible de un océano sin nombre.

Pero ahora me pregunto: ¿a quién me acerco con mis dudas?, ¿dónde dejo las espinas que me causa mi conciencia?, ¿dónde puedo reponerme, de este largo caminar, en mi derrota hacia la nada...?

Es otoño y ya no miro a las estrellas. Ahora miro en el espejo de la vida ese mapa de mi cara que reflejan sus arrugas. Allí veo tantas sendas recorridas, tanto tiempo con su sístole y su diástole continuo y sin escanso, allí veo ese grafismo de la vida con sus rasgos sinuosos que no saben de fronteras.

Ahora busco los caminos en mis manos y en sus venas, mientras siento que la sangre acelerada, de hace tiempo, no recorre por mis venas. Hay un hielo en esas manos, hay un frío que penetra hasta los huesos, hay un miedo lacerante que se nota y que se palpa y que brota en unas lágrimas furtivas que se pierden por el pecho hacia los suelos.

Ahora observo mis pisadas vacilantes que se estiran en la playa, y tras ellas no me veo como antaño, ya no existe ese recuerdo ni tampoco la nostalgia del pasado. Una niebla me rodea, una bruma me atenaza con su abrazo, un susurro silencioso del otoño que me habla sin saber lo que me dice.

Ahora grito en el silencio, con la voz enronquecida, al vacío que me abraza
y me devuelve su silencio en esta tierra inalcanzable.

...Pero queda la pregunta sin respuesta: ¿A quién pregunto por mis cosas?, ¿a quién hablo del amor y del rocío de mi alma?, ¿a quién sonrío con su risa entre mis labios?, ¿a quién recojo entre mis brazos y acaricio dulcemente, mientras siento un corazón, en su latir apresurado entre mis dedos?, ¿a quién leo mis poemas y mis versos?, y ¿a quién le cuento mis secretos y le hablo en mis silencios sin palabras?...

¿A quién Amor?, ¿a quién...?

Rafael Sánchez Ortega ©
31/10/11

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