miércoles, septiembre 10, 2008

DESPERTAR EN EL BOSQUE



Despertó de un sueño profundo y se encontró completamente solo. El frondoso bosque que antaño le rodeaba, las fuentes que bajaban por las cañadas hacia el río, los animales que pastaban y buscaban el alimento por doquier; todo aquello había desaparecido y donde antes se encontraba el bosque ahora solo se veía un terreno yermo donde crecía la maleza, las fuentes no manaban agua y el cauce del río estaba completamente seco y los animales que en tiempos habían venido a comer no se veían por ninguna parte.

Una soledad completa de vida y naturaleza le rodeaba y pensó si tanto tiempo habría estado durmiendo que los recuerdos que tenía del pasado no serían solamente producto de un sueño.

Pero no, no podía ser, tenía que haber una explicación para todo esto aunque ahora no se le ocurriera nada. Quisiera entender qué había pasado y cómo fue posible que sucediera todo esto a su alrededor sin que él se diera cuenta ni notara aquellos cambios. Quisiera dar respuesta a mil preguntas que pasaban por su cabeza, pero esas las dudas no se despejaban.

Pensó que quizás la vida era así, que se vive mientras se sueña a la vez que se sueña con una vida irreal y utópica alejada de lo que te rodea. Quizás no se debió dejarse llevar por los sueños, ni tampoco hacer que los demás, ni su propia vida jugaran con ellos porque a la larga siempre se pierde y lo malo es que en el corazón aparecen nuevas heridas.

¿Tan estúpido pudo haber sido que no fue capaz de ver la realidad que tuvo que tener delante suyo, a su lado, entre la naturaleza y en la vida? Pero no tenía respuesta y lo sabía. Así parecía que era el juego de la vida ó quizás la vida misma. Caminar sin descanso, día a día buscando el infinito a través de los sueños.

Sí, esos sueños dorados que quizás todos sabemos que no existen, pero él como tantos otros, deseaba ardientemente fueran realidad y tomaran cuerpo y que el producto de esos momentos de otoño vividos y amados intensamente dieran forma a las mil fantasías que le rodeaban.

Y ahora despertaba completamente solo. Despejado de su sueño donde había dejado colgado el zurrón de la esperanza con el que caminó durante años. A su lado no había nadie, no existía nada de todo aquello que recordaba, aunque en el fondo también pudo haberse tratado de un sueño.

Unas lágrimas cayeron de lo alto mojando su figura, que altiva, se alzaba en medio de aquel lugar, que quizás un día pudo haber sido un bosque y donde la música de las aves, mezclada con el agua al correr por el río formaba aquella sinfonía armoniosa que tan bien recordaba, aunque ahora mismo dudaba y no sabía si todo había sido un sueño solamente.

Tendría que apañar esas lágrimas y secarlas para tratar de olvidar todo lo que el aire le había susurrado tiempo atrás, en aquellos fragmentos del tiempo ó del sueño que también recordaba. Tendría a su vez que olvidar las mentiras oídas de labios extraños y el lenguaje de la vida y la naturaleza que tan bien recordaba y que quizás fuera producto de un sueño.

Tomaría las gotas de esa luna que ha llorado hace unos minutos, y seguirá llorando desde el cielo, para lavar su cara y poner en orden sus recuerdos; pero bajo la luz de esa luna alguien también llorará en silencio envuelto en el fulgor de un sueño imposible.

Y nuestro árbol, ese viejo roble tan característico, con sus múltiples peculiaridades y sus mil historias a cuestas, volverá de nuevo a la vida, volverá también a sus sueños, aunque esté solo en medio de todo aquel paisaje que un día vivió o soñó, hace tiempo, y sus ramas reverdecerán de nuevo y brotarán de las mismas nuevas hojas en la primavera, para vivir en el verano y dejar caer en el otoño la semilla, junto a las hojas doradas que formarán una nueva alfombra, junto al viejo roble superviviente de aquel bosque, para que nazcan nuevos retoños de cajigas que un día volverán a poblar ese bosque.

Así la vida y los sueños de este árbol que ahora despierta se cumplirán y su soledad de ahora verá como poco a poco se va consolando con la compañía de otros arbolitos que irán creciendo a su lado. Con ellos la humedad y la lluvia volverán para animar las cañadas y las fuentes, y éstas harán que el agua alimente el cauce seco del río al que vendrán a beber los animales del bosque, después de haber pastado en su cercanía.
Y así ,este despertar a la vida del viejo roble no será solo un sueño, pues los árboles, tocados por la mano invisible de los dioses, también tienen derecho a soñar y a vivir intensamente sus sueños, para que luego escriban los mismos en cuentos y poemas que dejarán en las hojas doradas del otoño.
Rafael Sánchez Ortega ©

No hay comentarios: