viernes, septiembre 12, 2008

SONRISAS BAJO UNA NUBE DE CRISTAL


Era un día de fiesta y ella había acudido a visitar a su amiga, como hacía siempre en esos días, aunque el motivo principal era pasar un rato con su hijo pequeño, que tenía pocos meses, y se llamaba Jaime.
El día anterior, Él le había dicho que si veía al niño le diera un beso de su parte, y ahora allí estaba ella, delante del niño que la miraba con aquellos ojitos, color verde musgo, que tanto adoraba.
Tomó al niño en brazos, mientras recibía del mismo esa sonrisa inocente e infantil que tantas cosas le decía. Le dio unos besos a la vez que le abrazaba como si fuera el cuerpo querido de la persona ausente, el que tuviera entre los brazos, aquella que le había dado ese encargo de mensaje y cariño para Jaime.
Porque, en definitiva, ella sintió que el niño le había causado una gran sensación cuando le enseñó una fotografía suya y, Él empezó a preguntarle cosas relativas al pequeño: su nombre, de quien era hijo, los años que tenía, el color de sus ojos y más preguntas que tan bien recordaba.
-"En realidad se trata de otro niño -había pensado mientras le escuchaba-, igual que tú en el fondo de su alma, pero más chiquito aún"
Esto pensaba y se decía ahora mientras jugaba con el niño y le hacía mil carantoñas. Le besaba e incluso comenzaba un monólogo, como si el niño que a veces, se la quedaba mirando pudiera entender lo que le decía en pensamientos y él le contestaba, a su vez, con un parloteo.
-"¿Sabes Jaime? Él me ha dado un encargo especial para ti. Me ha dicho que te de un beso muy fuerte y que te diga que eres muy guapo"
-"¿Eso ha dicho Él?"
-"Sí, eso me dijo y creo que te quiere mucho, porque es una buena persona, y en el fondo un niño como tu".
-"¿Sabes tía? -le preguntó el niño, o al menos eso creyó ella que balbuceaban sus labios con aquellos sonidos infantiles ("agu... geregere... guruguru...")-, a mí también me ha caído bien y le quiero mucho. En realidad os quiero a los dos, pero ¿me llevaréis algún día con vosotros a jugar a la playa?"
-"Sí cariño. Vendrás con nosotros a jugar en la arena y Él te hará un castillo con murallas rodeado de un foso de agua, mientras yo os miro sonriendo"
-"¿Me podré bañar con vosotros? -Seguía preguntando el niño con su voz solo audible para ella-."
-"Te llevaremos de la mano hasta la orilla. Allí Él te tomará en los brazos para que no te hundas y luego, te enseñará a nadar, para que no le tengas miedo a las olas y estoy segura de que luego le salpicarás con tus manitas arrojándole agua, mientras te sonríe"
-"¿Tu le quieres, verdad tía?"
-"Sí, Jaime, no puedo ocultarte la verdad. Le quiero porque me ha hecho volver a sentir muchas cosas. A su lado he vuelto a ver el otoño, con sus hojas amarillas que son tan maravillosas, y que rechinan al pisarlas mientras mis labios les cantan. De esa manera me siento fuerte y hablo a las hojas del bosque, a las nubes del cielo, a las estrellas y ¿Sabes Jaime?, esas hojas doradas del otoño, las nubes de la tarde cuando pasan en el cielo y las estrellas que destellan en la noche, me contestan y me dicen muchas cosas. Me hablan de ti y de Él"
-"Yo también quiero que le des un beso y un saludo de mi parte y le digas que cuando sea mayor tiene que ayudarme a montar un cometa, con una cola larga, para que suba en la playa hacia el cielo"
-"Se lo diré, Jaime. No te preocupes -contestó al niño en ese lenguaje inteligible de los sonidos, los gestos y la mímica unida a la sonrisa que dibujaban sus labios-."
-"¿Cuándo le volverás a ver?"
-"Le veo siempre, Jaime. Sí, ya sé que parece una locura, pero es una locura maravillosa poder acordarse de Él a cada instante, verle en todas las cosas. Mira, ahora le veo. Nos mira y sonríe porque te tengo en los brazos. Me dice cosas que no entiendo, me señala el cielo. Sí, está diciendo algo sobre las nubes. ¡Ah, ya sé lo que me dice!"
-"¿Y qué te dice, tía? -Le contestó el niño en ese monólogo-."
-"Que busque en el cielo la nube de cristal. Es una nube blanca que parece una burbuja. En ella tengo guardados todos mis sueños y a ella también subo a veces a descansar y a contemplaros a ti y a Él mientras jugáis en la playa. Me dice que te la enseñe, que te suba a ella para que descanses y aprendas a soñar, ya que los niños necesitan guardar en su corazón el tesoro inapreciable de la vida y saber que todo lo que existe es algo maravilloso y tiene un sentido importante para amarlo y compartir con los demás"
-"Qué bonito, tía"
-"Sí, Jaime, pero Él te lo dirá con otras palabras y quizás sin ellas. En el fondo es un crío, como tú, aunque sea una persona mayor físicamente, porque nunca ha dejado de ser un niño, y en su alma sigue existiendo un corazón como el tuyo de niño pequeño. Por eso os quiero tanto a los dos"
-"¿Y a quien quieres más de los dos, tía?"
-"No seas malo, Jaime. Esa pregunta no se hace -le contestó ella sonriendo-. A los dos os quiero mucho, aunque tú necesitas más cariño porque eres más pequeño, pero Él también necesita que le quieran, como todas las personas mayores con alma de niños"
-Rosa ¿qué estás haciendo con Jaime?, ¿qué pasa que te veo tan parlanchina? -La voz de Victoria la sacó del monólogo y sueño, volviéndola a la realidad-.
-Nada, sólo charlábamos, ¿verdad Jaime?
-"agú... gere... bugeburere..." -fue el sonido incomprensible para Victoria que salió de la boca de Jaime, mientras palmeaba en el aire sonriendo a su amiga-.
-Estás loca, Rosa. Creo que este chiquillo te ha trastornado un poco. –Le dijo Victoria afectuosamente, mientras la abrazaba y dejaba un beso en su mejilla-.
-"Si, Victoria, estoy loca, -pensaba Rosa sin articular palabra con el niño en brazos y mirando a su nube de cristal en el cielo-. Pero es una locura muy cuerda y además maravillosa"
-Anda, entremos en casa, cambiemos al niño y luego le das de comer. Así te entretienes un poco más con Jaime, ¿Te apetece Rosa?
-¡Claro, Victoria!, ya sabes que poder estar con el niño es algo maravilloso y que me encanta.
Mientras entraban en casa las nubes pasaban en el cielo. Entre ellas destacaba una de cristal. Era una nube blanca, rodeada de una burbuja, que contenía todos los sueños de la vida guardados celosamente, y que un día, una tarde o una noche, unas personas con alma de niños subirían a buscarlos para dormir con ellos y soñar eternamente.
Rafael Sánchez Ortega ©

08.12.05

1 comentario:

lunilla dijo...
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