miércoles, marzo 09, 2011

EL JARDÍN DE LAS ROSAS...


Hoy he vuelto hasta el jardín de los rosales pues hacía mucho tiempo y muchos años desde la última vez que estuve allí, y fue contigo. En realidad no es ese su nombre, el jardín no se llamaba así, porque tampoco era un jardín como los que había en el centro, ni tenía un parque a su lado, ni árboles, pero nosotros así lo llamábamos, ¿recuerdas?.

Sonrío con tristeza al pensar en ese jardín y en aquella tarde. Recuerdo que fui a buscarte como siempre, a la tienda en que trabajabas. Saliste con tu cuerpo menudito y cabizbajo, muy cansada, las horas transcurridas detrás del mostrador no perdonaban y tu cuerpo lo acusaba. Sin embargo llevabas el cigarro inconfundible entre tus dedos, la sonrisa en tus labios de cristal y aquel pelo tan rebelde que pugnaba por cubrirte las espaldas y bajar hasta tu pecho.

Subimos hablando poco a poco. El aire de la tarde de un Enero ya creciente nos cubría y nosotros tratábamos de aprovechar esa hora mágica para conseguir ver la puesta de sol y a la vez llegar hasta nuestro jardín.

Hablábamos de mil cosas, de todo aquello que nos venía a la cabeza. Hablábamos de la vida, de nosotros, de los libros que leíamos, mientras apurábamos esos minutos de hermosura que el dìa nos brindaba.

Una vez arriba, y como dos enamorados, nos tomamos de la mano y caminábamos así, hasta nuestro jardín, a ese pequeño refugio donde una tarde vimos unas rosas abandonadas que crecían solitarias y en silencio y las hicimos nuestras.

Unas rocas calizas nos servían de asiento en aquel escenario que cortaba las palabras y nos hacía enmudecer. Como tantas tardes allí nos sentábamos, te abrazaba y te acurrucabas en mi pecho con tu mano rodeando mi cuerpo mientras nuestros ojos hablaban en ese diálogo sin voces ni palabras y donde solamente se escuchaba el latido de nuestros corazones.

Así te hable y me hablaste, hablamos mucho tiempo y nos embriagamos de aquella puesta de sol, en aquel escenario incomparable que nunca olvidaré. En un momento dado nuestros labios se juntaron, como tantas tardes, y nos besamos una y otra vez, en un acto juvenil de cariño y amor.

Sin embargo aquella tarde ocurrió algo que hizo que la historia de nuestras vidas cambiara y hoy recuerdo aquel momento, quizás aquel segundo con algo de tristeza, porque lo que sucedió marcó nuestras vidas.

Quizás lo recuerdes, ya que pasó cuando nos estábamos besando. Entonces yo llevé mi mano hasta tu seno para acariciarlo, para sentir la suavidad de aquel pecho que latía tan cerca del mío, para transmitirle mi cariño y llenarme del eco que creía que el mismo desprendía. Pero en un acto sorprendente, tomaste mi mano con la tuya y la separaste de tu pecho, tus labios se desprendieron de los míos y una mirada, para mi desconocida, dio paso a una frase que salió de tus labios:

-¡No!.

Fue como un grito que llegó a mi conciencia y me hizo retroceder. Algo que sucedió en una fracción de segundo y que azorado, me llevó a retirar la mano, a mirarte con verguenza y a decirte que me perdonaras.

De pronto todo cambió. La tarde había llegado a su final y el sol ya se había ocultado tras las montañas y allí, en aquel improvisado jardín, el "jardín de las rosas", dos personas se encontraban ahora, desconcertadas y ausentes, mirando como un día hermoso había terminado y también con él se había llevado sus sueños.

Bajamos hacia el pueblo pero ya nada era igual. Los dos íbamos pensando en lo sucedido y quizás tú pensabas una cosa y yo otra. Lo cierto es que nos despedimos con un "hasta mañana", aunque en el fondo yo sabía que no habría otro mañana, porque esa tarde había marcado un antes y un después de un sueño maravilloso.

Hoy, años después, cuando ya me encuentro en el otoño de la vida, recuerdo aquel momento porque quizás no lo he olvidado nunca, aunque me resistía a volver a ese sitio tan especial. El rincón está allí con sus rocas calizas. Las rosas han desaparecido y en su lugar existen unas matas de maleza. Tú estás en tu hogar y yo en el mío, pero en aquel lugar, y eso es lo hermoso, nacieron muchos sueños e ilusiones, muchos proyectos que brotaron y que luego, con el paso del tiempo se quedaron marchitados.

Rafael Sánchez Ortega ©
09/03/11

No hay comentarios: